Como individuos, conocemos las pequeñas acciones que podemos tomar para ayudar a reducir las emisiones que causan el cambio climático. Pero, ¿qué pueden y deben hacer nuestros gobiernos, ya que sus acciones a gran escala son fundamentales para el bienestar de su pueblo?

Tierra, tenemos un problema: esencialmente nos estamos derritiendo.

Las altas tasas de emisiones de gases de efecto invernadero, junto con la degradación ambiental y la sobreexplotación de los recursos naturales, nos tienen en una carrera contra el tiempo. El noventa y siete por ciento de los científicos están de acuerdo en que el cambio climático es el resultado de las actividades humanas. Y si no logramos detener el calentamiento global pronto, los cambios serán catastróficos.

Cada año, en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima, los líderes mundiales se reúnen para discutir las medidas que podemos tomar para ayudar a prevenir el cambio climático y estar mejor preparados para él. En la COP21 nació el primer acuerdo mundial vinculante sobre el clima, el Acuerdo de París. Este año, durante la COP23, los delegados buscan establecer reglas que permitan su implementación adecuada.

Como individuos, la mayoría de nosotros entendemos lo que podemos hacer para reducir las emisiones: ahorrar energía, usar menos el automóvil, reciclar más, tomar mejores decisiones de consumo y participar en la planificación familiar.

Pero, ¿qué pueden hacer nuestros gobiernos? Discutir su contribución es hablar de medidas a gran escala que son vitales para garantizar un futuro mejor para todos.

Proteger y restaurar ecosistemas clave

El respeto por la naturaleza es fundamental. Los gobiernos deben proteger los ecosistemas clave para la lucha contra el cambio climático: los ríos, los humedales, los océanos, los bosques y los manglares absorben grandes cantidades de carbono, lo que ralentiza el calentamiento. Los manglares también sirven de barrera contra las tormentas tropicales, y los humedales absorben el exceso de agua de las inundaciones, fenómenos meteorológicos extremos exacerbados por el cambio climático.

«Curar el sistema natural es la opción más factible, realista y justa, ya que beneficiaría a la humanidad y a todas las especies», dijo Florencia Ortúzar, abogada del Programa de Cambio Climático de AIDA. «En términos de conservación y restauración, estamos en una carrera contra el tiempo, y ya estamos comenzando a presenciar fenómenos naturales alarmantes, como bosques tan degradados que están perdiendo su capacidad de absorber carbono.»

Apoyar a los pequeños productores agrícolas

Según la FAO, la industria cárnica es responsable del 15 al 18 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, superando incluso las del sector del transporte. Además, es la fuente más importante de uso y contaminación del agua en el mundo. Hoy en día, el 80 por ciento de toda la producción agrícola se destina a la alimentación de animales, no de personas. La expansión de la tierra para el ganado, y los cultivos para alimentarlos, es la causa más importante de deforestación en la Amazonía.

Los gobiernos pueden marcar la diferencia apoyando a los pequeños productores locales que, a diferencia de las grandes granjas industriales, emplean prácticas sostenibles, se preocupan por la restauración de la tierra, benefician a las comunidades cercanas y hacen que los animales y los cultivos sean más resistentes al cambio climático. No se trata de que todos se conviertan en vegetarianos, sino más bien de apoyar a aquellos que producen nuestros alimentos con respeto por la naturaleza.

Promover la energía verde

El treinta y cinco por ciento de todas las emisiones globales provienen de la producción de energía. Pero a medida que los países apuestan por más desarrollo, también apuestan por más producción de energía. Pero a medida que los países apuestan por más desarrollo, también apuestan por más energía.

Mientras que las energías termoeléctricas e hidroeléctricas se consideraban durante mucho tiempo las opciones más baratas, los desarrollos tecnológicos nos han permitido encontrar alternativas mejores, más baratas y más eficientes. Con una planificación adecuada a largo plazo, las naciones pueden evitar las antiguas fuentes de energía que agravan el clima (la energía hidroeléctrica no es ecológica) y optar por pequeños proyectos eólicos, solares, geotérmicos, oceánicos y de otro tipo que se adapten a las características únicas de un lugar.

«Al pensar en energía, lo mejor es apostar por una matriz diversificada, priorizando proyectos que estén cerca de lugares donde las personas necesitan energía, ahorrando en pérdidas e infraestructura», explicó Ortúzar. «Debemos dar prioridad absoluta a la protección de la naturaleza. Toda acción, política pública o estrategia debe analizarse teniendo en cuenta la naturaleza, y la producción de energía es un buen punto de partida.»

Combatir los contaminantes climáticos de corta duración

El dióxido de carbono (CO2) es el gas de efecto invernadero más infame. Dado que permanece en la atmósfera durante siglos (incluso milenios), incluso si detuviéramos todas sus fuentes de emisiones hoy, los efectos del cambio climático continuarían. La buena noticia es que existen otros contaminantes que contribuyen al cambio climático y que solo duran unos pocos días o años en la atmósfera. Son conocidos como contaminantes climáticos de corta duración, y son responsables del 30 al 45 por ciento de las emisiones que causan el calentamiento global.

Estos contaminantes incluyen carbono negro (hollín), metano, ozono y los hidrofluorocarbonos que se encuentran en los refrigerantes. Su control efectivo, mediante políticas y reglamentos nacionales, podría acelerar la lucha contra el cambio climático a corto plazo. Además, debido a que causan una grave contaminación del aire, las medidas para mitigarlas beneficiarían directamente a la salud humana.

Apostar por la adaptación, no solo por la mitigación

En la lucha contra el cambio climático, el trabajo dirigido a reducir las emisiones, detener sus efectos y disminuir las consecuencias futuras se conoce como mitigación. Es importante. Sin embargo, algunas comunidades ya están experimentando consecuencias trágicas debido a los cambios en el clima en un corto período de tiempo. Por lo tanto, también debemos actuar para prevenir catástrofes, aumentar la resiliencia y reducir la vulnerabilidad, lo que se conoce como adaptación.

Proyectos para mitigar las emisiones son más atractivas económicamente que aquellos diseñados para la adaptación, que generalmente se centran en las comunidades más vulnerables. Sin embargo, es importante dar a la adaptación la importancia que merece en reconocimiento del hecho de que los efectos del cambio climático ya son una realidad grave para muchos.

En la COP de este año, los representantes están discutiendo un mecanismo de «pérdidas y daños», en referencia a la compensación que los países desarrollados, las principales causas del cambio climático, deben hacer a los países en desarrollo, que sufren pérdidas significativas debido a los efectos adversos del clima, explicó Ortúzar. Nuestros gobiernos deben apoyar estos debates y comprometerse con el uso eficaz de los recursos, para que todos los pueblos del mundo puedan estar mejor preparados y ayudar a prevenir mayores cambios en nuestro clima.

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