Los organismos se pueden dividir en procariotas — formas de vida unicelulares primitivas sin núcleo celular-y eucariotas — que tienen un núcleo celular e incluyen animales y plantas. Los protistas pertenecen a los eucariotas, pero forman un grupo extremadamente diverso que incluye de todo excepto animales, plantas y hongos. Algunos son unicelulares, mientras que otros son multicelulares, pero se distinguen de los no protistas por no tener órganos o diferentes tipos de tejido. Aunque no parecen proporcionar beneficios directos comprobados a los seres humanos, desempeñan un papel ecológico crucial, y sin ellos, formas de vida más avanzadas no podrían haber evolucionado. También tienen una serie de usos importantes.
La mayoría de los protistas son microscópicos, pero algunos son visibles a simple vista, y otros pueden formar grandes colonias y estructuras. Incluyen protozoos, organismos unicelulares móviles, y varios tipos de algas, como las diatomeas, diminutas formas de vida fotosintéticas con conchas de sílice, y algas marinas que pueden crecer hasta 100 pies (30,5 metros) de longitud. Aunque algunos protozoos son responsables de enfermedades humanas graves, la mayoría son inofensivos, y los protistas en general son cruciales para los ecosistemas del mundo.
Roles ecológicos
Las algas y las diatomeas utilizan la fotosíntesis para fabricar alimentos, absorbiendo dióxido de carbono de la atmósfera y liberando oxígeno. Estos protistas son extremadamente numerosos en los océanos y en el agua dulce, y por lo tanto juegan un papel importante en el mantenimiento de los niveles de oxígeno del planeta y en el almacenamiento de carbono. De hecho, las algas producen aproximadamente la mitad del oxígeno generado por la fotosíntesis en el planeta. Junto con otros protistas, forman una gran parte del plancton marino que es el nivel más bajo de la cadena alimenticia del océano, y por lo tanto son una parte crucial de la ecología marina. En tierra, los protozoos del suelo ayudan al crecimiento de las plantas al consumir bacterias y liberar sus nutrientes en una forma que puede ser fácilmente absorbida por las raíces.
Tratamiento de aguas residuales
Las aguas residuales y otras formas de aguas residuales pueden representar una grave amenaza para la salud humana y causar grandes daños a los ecosistemas, si simplemente se les permite correr hacia los ríos o verterlas en el océano. Por lo tanto, se envía a las plantas de tratamiento para eliminar bacterias dañinas, olores ofensivos y materia orgánica suspendida. Los protozoos desempeñan un papel importante en este proceso, ya que se aprovechan de las bacterias y consumen grandes cantidades de material orgánico, lo que ayuda a aclarar el agua y la hace segura para su eliminación.
Los protistas como fuente de alimento
Muchos tipos de algas marinas son comestibles y son una importante fuente de alimento en algunas regiones costeras. Las algas marinas se cultivan en algunos países, como Indonesia y Filipinas, tanto para la alimentación como por las sustancias útiles que se pueden extraer de ellas. Algunos de ellos se utilizan como aditivos alimentarios, por ejemplo, como agentes gelificantes y para mejorar la retención de agua. Las algas también son una buena fuente del elemento esencial, el yodo.
Beneficios directos
Puede ser que los protozoos ayuden a controlar las poblaciones bacterianas en el intestino humano. Hay una gran variedad de bacterias normalmente presentes en el intestino humano, y la mayoría de las veces, son beneficiosas, ayudan a descomponer los alimentos o son inofensivas. Sin embargo, se cree que los protozoos que se alimentan de estos organismos pueden ayudar a mantener su número bajo control y evitar desequilibrios entre diferentes tipos.
Investigación científica y Otros Usos
Los protistas han sido objeto de una gran cantidad de investigaciones, no solo para mejorar el conocimiento de los propios organismos, sino también para ayudar a comprender procesos biológicos más generales. Los mohos limosos, por ejemplo, son grandes colonias de organismos similares a amebas que se arrastran al unísono sobre el suelo, la corteza de los árboles y otras superficies húmedas, consumiendo varios microorganismos a medida que avanzan. Son inusuales en que en lugar de consistir en células claramente definidas, simplemente tienen un gran número de núcleos flotando dentro del fluido celular, más bien como una célula enorme con muchos núcleos. En un momento determinado, esta fase móvil, similar a la de un animal, llega a su fin y el moho limoso deja de moverse para formar estructuras que liberan esporas. Los biólogos estudian los mohos de limo para aprender más sobre las formas en que las células se comportan y se diferencian.
Los restos de diatomeas también son útiles para los científicos. Cuando estos organismos mueren, sus diminutas capas de sílice caen al fondo del océano o del lago, formando sedimentos conocidos como tierra de diatomeas. Las diferentes especies, que se pueden identificar por sus conchas, tienen diferentes preferencias con respecto a la temperatura del agua, por lo que, al estudiar muestras antiguas de tierra de diatomeas, los científicos pueden aprender mucho sobre los climas pasados.
Hay una serie de otros usos prácticos para la tierra de diatomeas. Es poroso, pero los espacios entre las partículas que lo componen son muy pequeños, lo que lo hace útil para filtrar agua y otros líquidos. Se utiliza en muchos sistemas de filtración, y tiene la ventaja de ser químicamente muy inerte, por lo que se puede usar para filtrar líquidos que reaccionarían con el papel de filtro. Dado que los fragmentos de concha de diatomeas son duros y a menudo con bordes afilados, la tierra de diatomeas se puede usar como abrasivo en polvos y pastas de limpieza. También se agrega a la alimentación animal para librar al ganado de gusanos intestinales; el efecto abrasivo daña el tejido de los gusanos, eventualmente matándolos.