La Antártida es un continente notable, remoto, hostil y deshabitado. Este continente congelado es clave para comprender cómo funciona nuestro mundo y nuestro impacto en él. La Antártida es importante para la ciencia debido a su profundo efecto sobre el clima de la Tierra y los sistemas oceánicos. Encerrado en su capa de hielo de cuatro kilómetros de espesor, se encuentra un registro único de cómo fue el clima de nuestro planeta en los últimos un millón de años.
La ciencia antártica también ha revelado mucho sobre el impacto de la actividad humana en el mundo natural. El descubrimiento en 1985 por científicos del British Antarctic Survey (BAS) del agujero en la capa de ozono sobre la Antártida reveló el daño causado a la atmósfera de la Tierra por productos químicos artificiales.
Además de ser el laboratorio natural más importante del mundo, la Antártida es un lugar de gran belleza y maravilla. Sus desechos congelados han encendido la imaginación del público durante generaciones, y alrededor de 30,000 turistas visitan la Antártida cada año para experimentar cómo es la vida en el último gran desierto de la Tierra. Sin embargo, la Antártida es frágil y cada vez más vulnerable.
El Reino Unido ha sido líder mundial en ciencia y exploración antártica durante más de dos siglos. Como operador antártico nacional del Reino Unido, BAS ha sido responsable de la mayor parte de la investigación científica del Reino Unido en la Antártida durante los últimos 60 años. BAS ahora opera cinco estaciones de investigación, dos buques de Investigación Reales y cinco aviones en la Antártida y sus alrededores.
Además de llevar a cabo una ciencia de importancia mundial, BAS ayuda a proteger el entorno prístino de la Antártida. Cumple esta función de administración trabajando con los más altos estándares ambientales en todas sus operaciones y desempeñando un papel de liderazgo en el Tratado Antártico, el acuerdo internacional más exitoso del mundo. El Reino Unido fue la primera nación en firmar el Protocolo sobre Protección Ambiental del Tratado, que compromete a las partes en el Tratado a la protección ambiental de la Antártida, un continente que pocos de nosotros visitaremos, pero de cuya salud continua dependemos todos.