El principal motor del cambio climático es el efecto invernadero. Algunos gases en la atmósfera de la Tierra actúan un poco como el vidrio en un invernadero, atrapando el calor del sol e impidiendo que se escape al espacio y cause calentamiento global.
Muchos de estos gases de efecto invernadero ocurren naturalmente, pero la actividad humana está aumentando las concentraciones de algunos de ellos en la atmósfera, en particular:
- dióxido de carbono (CO2)
- metano
- óxido nitroso
- gases fluorados
El CO2 producido por las actividades humanas es el mayor contribuyente al calentamiento global. En 2020, su concentración en la atmósfera había aumentado hasta un 48% por encima de su nivel preindustrial (antes de 1750).
Otros gases de efecto invernadero son emitidos por la actividad humana en cantidades más pequeñas. El metano es un gas de efecto invernadero más potente que el CO2, pero tiene una vida atmosférica más corta. El óxido nitroso, al igual que el CO2, es un gas de efecto invernadero de larga duración que se acumula en la atmósfera durante décadas o siglos.
Se estima que las causas naturales, como los cambios en la radiación solar o la actividad volcánica, contribuyeron menos de + o-0,1°C al calentamiento total entre 1890 y 2010.