Qué hermosas son las manos que sirvieron
el vino y el pan
y los hijos de la tierra.
Qué hermosos son los pies que caminaron
los largos caminos polvorientos
y las colinas hasta la cruz.
Qué hermoso,
qué hermoso,
qué hermoso es el cuerpo de Cristo.
Qué hermoso es el corazón que sangró
que tomó todo mi pecado
y lo soportó en su lugar.
Qué hermosos ojos tiernos
que eligieron perdonar
y nunca despreciar.
Qué hermoso,
qué hermoso,
qué hermoso es el cuerpo de Cristo.
Y al dar Su vida
ofrecemos este sacrificio
que viviremos tal como Él murió:
dispuestos a pagar el precio,
dispuestos a pagar el precio.
Qué hermosa es la Novia radiante
que espera a su Novio
con Su luz en los ojos.
Qué hermoso cuando los corazones humildes dan
el fruto de vidas puras
para que otros puedan vivir.
Qué hermoso,
qué hermoso,
qué hermoso es el cuerpo de Cristo.
Qué hermosos son los pies que traen
el sonido de las buenas noticias
y el amor del Rey.
Qué hermosas son las manos que sirven
el vino y el pan
y los hijos de la tierra.
Qué hermoso,
qué hermoso,
qué hermoso es el cuerpo de Cristo.